jueves, 23 de marzo de 2017

REFLEXIONES SOBRE EL BUEN USO DE LOS ESTUDIOS ESCOLARES COMO MEDIO DE CULTIVAR EL AMOR A DIOS IIIº

REFLEXIONES SOBRE EL BUEN USO DE LOS ESTUDIOS ESCOLARES COMO MEDIO DE CULTIVAR EL AMOR A DIOS  IIIº

Poner en los estudios esta única intención con exclusión de cualquier otro fin es la primera condición para su buen uso espiritual. La segunda condición es obligarse rigurosamente a mirar de frente, a contemplar con atención, durante largo rato, cada ejercicio mal resuelto en toda la fealdad de su mediocridad, sin buscar ninguna excusa, sin desdeñar ninguna falta ni ninguna corrección del profesor, tratando de remontarse al origen de cada error. Es grande la tentación de hacer lo contrario, de echar sobre el ejercicio corregido, si es deficiente, una mirada oblicua y olvidarlo enseguida. Casi todos los estudiantes actúan así la mayor parte de las veces, pero hay que rechazar esa tentación. Por otra parte, nada es más necesario al éxito escolar, pues se trabaja con escaso aprovechamiento, hágase el esfuerzo que se haga, cuando no se presta atención a las faltas cometidas y las correcciones de los profesores.
Así puede adquirirse, sobre todo, la virtud de la humildad, tesoro infinitamente más precioso que todo progreso escolar. A este respecto, la contemplación de la propia estupidez es quizá más útil incluso que la del pecado. La conciencia de pecado proporciona el sentimiento de ser malo, lo que puede dar ocasión al desarrollo de un cierto orgullo. Cuando uno se obliga por la fuerza a fijar la mirada de sus ojos y de su alma sobre un ejercicio escolar estúpidamente resuelto, se siente con evidencia irresistible la propia mediocridad. No hay conocimiento más deseable. Si se llega a conocer esta verdad con toda el alma, uno se establece firmemente en el verdadero camino.
Si se cumplen estrictamente estas dos condiciones, los estudios escolares son un camino hacia la santidad tan bueno como cualquier otro.
Para cumplir la segunda, basta con quererlo. No ocurre lo mismo con la primera. Para prestar verdadera atención, hay que saber cómo hacerlo. Muy a menudo se confunden la atención con una especie de esfuerzo muscular. Si se dice a los alumnos: “Ahora vais a prestar atención”, se les ve fruncir las cejas, retener la respiración, contraer los músculos. Si pasados un par de minutos se les pregunta a qué están prestando atención, no serán capaces de responder. No han prestado atención a nada. Simplemente, no han prestado atención, han contraído los músculos.
Se prodiga con frecuencia este tipo de esfuerzo muscular en los estudios y, como acaba por cansar, se tiene la impresión de haber trabajado. Es sólo una ilusión. La fatiga no tiene ninguna relación con el trabajo. El trabajo es esfuerzo útil, sea o no cansado. Esta especie de esfuerzo muscular es completamente estéril para el estudio, aunque se realice con buena intención. Esta buena intención es una de ésas que sirven para empedrar el camino del infierno. El estudio realizado de esta forma puede a veces ser positivo desde el punto de vista escolar, de las notas y los exámenes, pero lo será a pesar el esfuerzo y merced a las capacidades naturales; esa clase de estudio es siempre inútil.

(A la espera de Dios; Simone Weil)


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