martes, 16 de octubre de 2018

El Espíritu. Misterio de Dios y del mundo...5


PROLEGÓMENOS

5. ¿Dónde, encontrar pues, el Espíritu verdadero?
Deberemos esperar que se manifieste, que venga da decirse en nosotros. Mientras tanto, ¿acaso no tenemos algún indicio de su movimiento y su verdad? Como principio básico podríamos decir que se reconocerá el Espíritu en las fuentes de la armonía, de la belleza y la vida. Es decir, toda belleza que produzca vida, toda vida que se exprese como belleza aparecerá como signo de la acción de este Espíritu esquivo. No sólo en lo que produce vida, pues esta es fácilmente reducible en la acción humana a la vida propia arrancándose de la complicidad y armonía global (la comunión con toda la realidad) y produciendo el horror más que la belleza. Y no sólo la belleza, pues demasiadas veces esta se ensimisma y se intenta conseguir al precio de la vida del mundo.
La vida en cuanto proceso en el que el mundo se busca a sí mismo configurándose como hogar hospitalario de lo humano y en el que la persona se busca como aliento de vida para todos, he aquí lo que parece una señal segura de su presencia. Es en este proceso dinámico, tal y como aparece en los claroscuros de la historia del universo y de la humanidad, donde habrá que percibir el movimiento del Espíritu como el que da a la vida su impulso y su sentido más profundo. Es aquí donde el movimiento del mundo parece definirse en su orientación última, al menos tal y como pide una vida humana y una vida del mundo a la altura de sus expectativas más hondas y como cree la fe de los creyentes. Por eso el Espíritu se manifiesta en quien no se conforma con la muerte y el sinsentido, en quien es habitado por la esperanza y el esfuerzo por extender y sostener la vida (de todos), en quien sabe someterse a la ambigüedad de un mundo mortal impregnándolo de gratitud y esperanza de futuro.

(El Espíritu, Misterio de Dios y del mundo; Francisco García Martínez. Ed. CCS)

No hay comentarios:

Publicar un comentario