sábado, 21 de enero de 2017

LA VERDAD DE DIOS

LA VERDAD DE DIOS

«No es por la forma en que un hombre habla de Dios, sino por la forma en que habla de las cosas terrenas, como se puede discernir mejor si su alma ha permanecido en el fuego del amor de Dios».
«Pensar en Dios, amar a Dios, no es más que una cierta manera de pensar el mundo».
«No soy católica pero nada de lo católico, nada de lo cristiano me es ajeno. A veces me digo que sólo con que a la puerta de la iglesia hubiera un cartel diciendo que se prohíbe la entrada a todo aquel que tenga un sueldo superior a una determinada cantidad, me convertiría».
Aquello que más necesitamos y que más nos realiza como personas lo hemos de recibir “gratuitamente” para que no se falsifique (el amor, por ejemplo).
Escribió Angelus Silesius: “La rosa es sin porqué / florece porque florece / no se cuida de sí misma / ni pregunta si la ven”.
No hay justificación para la gracia, ni su experiencia más profunda, la belleza, la pureza.
« […] la idea de pureza, con todo lo que esta palabra puede implicar para un cristiano, se adueñó de mí a los dieciséis años, tras  haber atravesado durante algunos meses las inquietudes sentimentales propias de la adolescencia. La idea me surgió durante la contemplación de un paisaje de montaña y poco a poco se me ha impuesto de manera irresistible».
«En 1937 pasé en Asís dos días maravillosos. Allí, sola, en la pequeña capilla románica del siglo XII de Santa María de los Ángeles, incomparable maravilla de pureza, donde tan a menudo rezó san Francisco, algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a ponerme de rodillas».
La única fuerza de este mundo es la belleza [“La belleza salvará al mundo” Fiodor Dostoievsky, El idiota]. Pero estamos hablando de una belleza relacionada con el amor auténtico de Dios.
Gn 9,13-16.- La presencia del Arco Iris en el cielo con su injustificada belleza, después de una catástrofe como la del Diluvio, nos convence, de que a pesar de la calamidad, hay una razón para seguir esperando, una señal de que Dios está de nuestro lado (señal de “alianza”). Y ese mensaje no lleva a quedarse contemplando el cielo o “consumiendo belleza” al margen de las víctimas del Diluvio, sino que lleva a trabajar con nueva fuerza y nueva esperanza por la reconstrucción de la tierra devastada. Quizá por eso la belleza sea como el anuncio de que el dolor pide otra eternidad que es una eternidad que le redima.

(Simone Weil & Cía.)

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