ANTEA, LA VIRGEN ROJA DE DONDE NACEN LOS RÍOS…
Nos perdimos camino de
los manantiales,
añorando los orígenes,
pues los peligros endurecieron nuestro corazón;
ya el polvo del camino, o
la rutina, o una costra de indiferencia,
para protegernos de los
sinsabores de la vida,
y, para que todo no vaya
a peor, seguramente,
con la mejor intención,
“aguamos”,
quién sabe si con la
intención de convertir en vino.
Y sabemos, porque no se
trata de la primera vez,
que eso termina no
funcionando del todo,
por eso la añoranza de
los orígenes,
de aquello, lo que fuese,
en toda su autenticidad…
Ante esta feria de las
vanidades, Antea baja la mirada
al tiempo que nos frece
la “escalera al cielo”,
que nos entrega
bendiciéndonos;
quien por el agua nos
hace divinos e infinitos,
y nos pide serlo…
¡si no tuviésemos tanto
miedo!
Porque nosotros
parece que siempre
tenemos necesidad de estar en otra parte,
proyectando viajes,
olvidando siempre el momento presente.
Como a una urraca, nos
siguen aturdiendo los objetos brillantes,
y hemos llegado a
imaginar el precio de nuestros pasos,
incluso cuando las
tiendas están cerradas
olvidando, a propósito,
que con una palabra
podríamos conseguir el universo…
Parece que las señales
sólo quieren equivocar los caminos,
¿quién, entonces, se
atreve a buscar seguridades?
Todos los pájaros están
en todos los árboles cantando,
y por no tener, hasta
carecemos de dudas…
Ya estuvimos allí, y
allí, y allí también,
y hemos bailado todas las
danzas
alrededor de todos los
fuegos,
al compás de todos los
cánticos hipnóticos…
Sopla el viento,
arrastrando con él todos los caminos…
Y nos ha sido dado
conocer
Que “mientras serpenteamos
por los caminos,
-aunque a veces
tropecemos e incluso caigamos-,
nuestras sombras nunca
serán más altas que nuestra alma”…
Inunda Antea, la Virgen
Roja de donde nacen los ríos
con su sola presencia
el espacio-tiempo…
Con esa suave danza que
muestra a los hijos de la luz:
“Quién es el Camino, y la
Verdad, y la Vida”…
Y si escuchamos
atentamente,
la melodía nos llevará,
paso a paso,
incluso más allá de lo
que jamás nos atrevimos,
o no fuimos capaces de
imaginar,
dándosenos descubrir lo proyectado
desde el origen del mundo:
«Este es el plan que
había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento
culminante:
recapitular en Cristo
todas las cosas del cielo y de la tierra» (Ef 1, 9b-10).
Entonces sabrás por qué
eres temido por los hijos de las tinieblas,
y no podrás rendirte…
Porque tú eres el
estandarte de lo divino,
el creado a su imagen y
semejanza…
…¿Quién es como Dios?...
Eterno espíritu del
valle,
portal interminable,
como raíz del cielo y de
la tierra.
Siendo sin estar
y estando sin ser…
Mutación inagotable,
dama de luz,
regalando maravillas…
Y así, su palabra,
como la de los cielos,
“sin hablar,
sin pronunciar,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza
su pregón,
y hasta los límites del
orbe su lenguaje”…
La eternidad a la que
Dios nos invita
se oculta en el ahora de
cada instante de nuestra vida.
Y nada de lamentarse
objetando que Dios es el
momento presente
que pasó y se perdió
porque yo no estaba allí;
porque eso es olvidar que
el presente
no es algo fugitivo,
pasajero,
sino algo continuamente
persistente y duradero,
siempre cambiando,
evolucionando
y trascendiéndose a sí
mismo.
La eternidad es ahora,
caminemos a su luz…,
Nuestra
fe no va a liberarnos
de
ninguna obligación humana,
sino
que nos dará un trabajo,
una
función, una misión
‘para’
el mundo que no es ‘del’ mundo.
Nuestra
misión será introducir en el mundo
el
amor mismo de Dios
con
“medios humanos”,
con
“maneras de ser humanas”: las de Cristo.
Nos
encarga realizar en el mundo
una
especie de compromiso temporal
del
amor eterno de Dios.
Al
lado de ello,
el
resto existe y debe existir,
pero
la fe sirve para que Dios ame al mundo
a
través de nosotros
como
a través de su Hijo.
Él
nos ha elegido para darnos al mundo,
al
mundo que él ama
y
que nosotros debemos amar
como
él, con él y por él.
Así
es la fe;
esto
es lo que nos pide que aceptemos….
…¿Y
Tú, dónde estás?...
…¿Y
por qué Te empeñas en quererme tanto?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario